La Biblia es el primer libro impreso de la historia
5 mitos históricos que es hora de olvidar
El Sutra del Diamante, impreso en mayo de 868. Imagen: Biblioteca Británica
Pregunte a cualquiera cómo se llamó el primer libro impreso, y una persona con escasos o nulos conocimientos de historia nombrará la Biblia de Johannes Gutenberg.
Pero no todo el mundo sabe que Gutenberg, que empezó a crear libros de esta forma en la década de 1450, fue el primero sólo en Europa, pero no en el mundo. Y mucho antes se imprimió “El Sutra del Diamante”, también conocido como “El Sutra de la Sabiduría Perfecta que atraviesa [la oscuridad de la ignorancia] como un relámpago”. Fue compuesto en China, y su epílogo dice lo siguiente:
“Reverentemente hecho para su distribución general gratuita por Wang Jie en nombre de sus padres el día 15 de la cuarta luna del año Xiantong (es decir, el 11 de mayo de 868)”.
Así pues, los chinos se adelantaron casi 600 años a Gutenberg y su máquina. Cierto es que su tecnología no se masificó.
Los suecos elegían burgomaestres con la ayuda de piojos.
Hay otra anécdota histórica interesante circulando por internet: hace unos 100 años, los suecos de Gradenburg utilizaban piojos para elegir burgomaestre. Los candidatos se sentaban alrededor de una mesa y ponían sus barbas sobre ella. Se colocaba un piojo en el centro de la mesa. Y aquel sobre cuya barba se posaba el piojo era elegido burgomaestre.
Eso es democracia, ¿no? Normalmente se recurre a esta historia cuando se quiere decir que todos los políticos son iguales y que no hay diferencia entre quién consigue el poder. Pero la cita no pertenece a un historiador, sino al zoólogo soviético Pavel Iustinovich Marikovsky.
Marikovsky investigó sobre todo insectos, y no está claro si se puede confiar en él en términos de historia. Lo más probable es que Marikovsky tomara prestada esta historia del libro “Ratas, piojos e historia”, escrito también por el zoólogo Hans Zinsser.
Éste, a su vez, tomó la historia de las “elecciones de los piojos” de las memorias de Pierre Daniel Huet, obispo de Avranches. Sin embargo, la acción no tuvo lugar en Suecia, sino en el Hardenberg holandés.
El editor de las memorias del obispo comentó que esta práctica nunca había ocurrido allí, y que Huet había inventado la broma para divertirse. Así que confiar la elección de un alcalde a los piojos no es una buena idea después de todo.
En la Edad Media se creía en una serie especial de notas para invocar al diablo.