1. Personaliza tus redes sociales
Al mirar cuentas de fitness en las que todo el mundo está delgado y esbelto, incluso las personas más seguras de sí mismas pueden empezar a dudar de su figura. Lo que hay que cambiar no es el cuerpo, sino las noticias.
Para empezar, vale la pena darse de baja de blogueros que directa o indirectamente te hagan pensar que necesitas adelgazar para ser feliz. En su lugar, busca aquellos que te motiven a aceptarte y quererte tal y como eres.
Las redes sociales pueden ser muy tóxicas, pero sólo si dejas que lo sean. Añade a tu feed páginas que muestren la diversidad corporal, contrarresten el culto a las dietas y rompan los estereotipos de que el ejercicio consiste sobre todo en tener un aspecto determinado. De este modo, empezarás a reconstruir poco a poco tu sistema de valores en torno al ejercicio.
2- Encuentra una actividad que te guste
Tal vez sea el legado de la cultura del fitness de los años 80 con su actitud de “no se puede pescar un pez en un estanque sin trabajo”, pero mucha gente sigue creyendo que el ejercicio sin sufrimiento no cuenta. Pero este enfoque “punitivo” anula cualquier beneficio de la actividad física y, de hecho, cuanto más disfrutes de un entrenamiento, más probabilidades tendrás de volver a hacerlo.
Si aún no has encontrado una actividad que te divierta, prueba cualquier cosa que despierte tu interés: trampolín, senderismo, yoga, powerlifting. La clave es mantener la curiosidad y reconocer que es posible que pruebes muchas cosas antes de encontrar algo que te guste de verdad. Mucha gente suele pensar que hay algo malo en ellos porque no disfrutan con el deporte. Sin embargo, se trata de que ciertos entrenamientos no son adecuados para ellos.
También puedes mirar la búsqueda desde otra perspectiva. Piensa en lo que necesitas y en lo que te falta en las distintas áreas de tu vida y, a continuación, elige una actividad física que satisfaga tus necesidades. Por ejemplo, si quieres socializar más, empieza a asistir a clases de ejercicio en grupo. Si buscas paz y armonía, piensa en el yoga.
3. Hacerse preguntas al final de un nuevo entrenamiento
La actividad física que te gusta no tiene por qué ser fácil y suave, y no necesariamente tienes que disfrutar de cada minuto. A menudo obtenemos más satisfacción de los entrenamientos que desafían nuestras capacidades y nos motivan a superar miedos y obstáculos.
Cuando dejes de asociar el deporte con calorías que quemar o partes del cuerpo que cambiar, te resultará más fácil ver lo útil y significativo que es para ti un ejercicio concreto. Para saber si un entrenamiento concreto es adecuado para ti, hazte tres preguntas al final:
¿Me siento mejor conmigo mismo?
¿Tengo una visión más positiva del mundo que me rodea o del futuro?
¿Me gusta mi lugar en el mundo?
Si has respondido afirmativamente al menos a dos de las preguntas, vas por buen camino.